sábado, 8 de septiembre de 2007

Beowulf (vv. 1-19)



Hwæt, we gar-Dena in geardagum,
Þeodcyninga, þrym gefrunon,
hu ða æþelingas ellen fremedon.
Oft Scyld Scefing sceaþena þreatum,
monegum mægþum, meodosetla ofteah,
egsode eorlas. Syððan ærest wearð
feasceaft funden; he þæs frofre gebad,
weox under wolcnum, weorðmyndum þah,
oðþæt him æghwylc þara ymbsittendra
ofer hronrade hyran scolde,
gomban gyldan. Þæt wæs god cyning!
Ðæm eafera wæs æfter cenned
geong in geardum, þone God sende
folce to frofre; fyrenðearfe ongeat,
þe hie ær drugon aldorlease
lange hwile. Him þæs Liffrea,
wuldres Wealdend, woroldare forgeaf;
Beowulf wæs breme blæd wide sprang,
Scyldes eafera Scedelandum in.





¡Ved aquí! Nosotros, de los Daneses del Asta, en días pasados,
de los reyes del pueblo, hemos oído la gesta,
cómo los príncipes lucharon con fuerza.
A menudo Scyld el Scefing a mesnadas enemigas,
a muchas tribus, arrebató la mesa del hidromiel (poder),
espantando a los jefes. Aunque en otro tiempo fue
encontrado despojado, favor ha obtenido:
creció bajo el cielo, ceñido de riqueza,
hasta que las gentes, más allá y más acá
del camino de las ballenas (mar), oyeron su mandato,
y le pagaron tributo: ¡era un buen rey!
Le nació después un heredero,
un joven en su palacio, enviado por Dios
para sustentar al pueblo, condoliéndose de sus penas,
que antes habían sufrido sin un caudillo
por largo tiempo. Así el Señor de la Vida,
blandiendo maravillas, le dio la fama del mundo.
Afamado fue Beowulf, su renombre voló hasta lejos,
el hijo de Scyld, en las tierras de Escandia.

No hay comentarios: