La Tierra te pide desde su sed central: Lluvia real y primitiva. Canta gestas de esferas y aires para que vuelvas siempre sobre todo lo que es. Cuando bullen de miedo los mares internos es porque han creído un vacío en el azul remoto. Cuando descienden los días por la Gran Víscera fría existe un Total Pavor de que no seas. Que te indiquen los nórdicos árboles con voces de viento hosco: al Norte de las esferas enormes del cielo abstracto. Que digan: "hemos aquí al ave que no explicaremos, la corriente de la cual no develaremos el origen ni el destino".
El Agua que muestra tu épica quiere que sea verdad su palabra: el reflejo en el Agua de tu gesta en el cielo es saberte existente en algún lugar del Siglo.
Una costa luminosa: un alba blanquísima al borde del tiempo. Y velas llenas de viento sobre el mar de paz de cielo (un cielo de viento y tela). Transparente ya es el Siglo. El puerto, el agua, los hombres: las redes, los muelles, cantos. Una costa luminosa (el Verbo deambula el Agua) y el juglar canta la gesta:
"He aquí que del horizonte,
del confín de la Extensión más total y más lejana,
donde caen los vientos fríos al cruzar el universo,
desde el Círculo inhumano que abraza la Tierra el Mar,
llegaste, Dulzor de Días, a dejar llanas las aguas,
llegaste, Fulgor hermoso, conmoción del agua interna".
S.D.